El sótano de las maravillas y cambiar de profesión

 

El sótano de las maravillas y cambiar de profesión. Llevaba un tiempo sin escribir en el blog. Creo que si no tienes nada interesante que contar  es mejor guardar silencio. Hoy os contaré parte de una historia que es lo que siempre me atrajo de esta profesión.

Conocí el trabajo de Glòria Alemany Agulló por casualidad, como suceden las cosas más interesantes en nuestras vidas. Ella es restauradora de libros. Les devuelve la vida, pero eso es sólo parte de lo que realiza. De sus manos y de su mente creativa surgen todo tipo de libros, agendas y diversos utensilios exclusivos. Es una artista.

Restauradora de libros y sótanos maravillosos para devolver la vida

Escribí sobre ella porque me encantó su trabajo, lo encontré por Internet en esta página que os invito a visitar: El sótano de las maravillas Me dio las gracias y ayer me llegó a casa una libreta de estilo japonés que me parece la más hermosa que haya tenido, está en blanco, en realidad es un libro. Un libro que hace años tuve (le conté esa anécdota) y que jamás se transformó en una novela o un cuento. ¿Qué pasará en esta ocasión? Por lo pronto, lo tengo a buen recaudo y lo miro…

El sótano de las maravillas y cambiar de profesión, una realidad

Glòria no siempre se dedicó a devolver la vida a nuestros libros ni a crear nuevos, tenía otra profesión más alejada de la creatividad, pero un buen día decidió romper con esa existencia y ya son muchos los años que lleva como restauradora en su particular sótano mágico.

A medida que cumplimos años nuestro cerebro no envejece, al contrario, si lo entrenamos a diario nos volvemos poderosos, nuestra creatividad aumenta, nuestro afán por aprender crece y si dejamos que la curiosidad nos invada a cada instante, esas frases hechas o esas ideas que nos han inculcado desde niños o hemos visto en algunos comportamientos se esfumarán.

El límite lo pones tú. Así que si ya has pasado de los cuarenta, o de los cincuenta y sientes que te queda alguna asignatura pendiente (tocar un instrumento, aprender un idioma, cambiar de profesión) hazlo.

El consejo es sencillo lo difícil es que sepas que puedes romper con tanta falsa creencia.

 

Joana Sánchez

 

4 comentarios en «El sótano de las maravillas y cambiar de profesión»

  1. Los límites los ponemos nosotros, como bien has dicho. A eso le añadiré algo que siempre he pensado aunque nunca he expresado con palabras: tenemos la edad que queremos tener. Dicen que hay una edad para cada cosa y yo no me lo creo. Está claro que con el tiempo el cuerpo se resiente y con algunas cosas tendremos que bajar el ritmo, pero una cosa es el cuerpo y otra la mente. Cuando sea una abuelilla de 70 años quiero seguir disfrutando de las cosas que me gustan, cada una en la medida en la que las circunstancias me lo permitan. Está claro que igual a esa edad no puedo ponerme a jugar al baloncesto, pero ¿por qué no disfrutar de ver los partidos, por ejemplo? O mira, algo que me dice siempre mi madre: «Míriam, ya tienes una edad para ir comprando muñequitos o ver dibujos». Una edad… ¿qué edad? Aquí cada uno tiene la edad que quiere tener. A mí me están gustando los veintitantos, así que eternamente tendré veintitantos, ¿por qué no? Y esto no tiene nada que ver con eso de «madurar». Claro que he madurado, tengo una serie de responsabilidades que antes no tenía, e irán en aumento conforme pase el tiempo, pero eso no quiere decir que me dejen de gustar ciertas cosas. En fin, yo me entiendo…

    Pero pensando ahora en el presente y en las circunstancias de cada uno, hacer cosas nuevas es señal de estar más vivo que nunca. Además, con esas cosas nos redescubrimos a nosotros mismos, nos damos cuenta de que podemos hacer cosas que jamás habríamos pensado estar haciendo. A mí me ha pasado, y viendo lo bien que me siento al hacer cosas nuevas creo que he iniciado un camino sin retorno de ir redescubriéndome a mí misma cada vez un poco más.

    En fin, que me ha encantado este post y ver que hay gente como Gloria que dedica tiempo y esfuerzo a redescubrirse; y que hay gente como tú que sabe apreciar esas cosas y dedicarle unas líneas de elogio. El mundo es de los valientes que nadan a contracorriente 🙂
    Saludos!
    Míriam

    PD: ahora me pasaré a mirar la página que has puesto 🙂

  2. Ay Míriam, como dice John Cleese «la seriedad está sobrevalorada». Estoy de acuerdo contigo en cuanto a seguir comportándote como te llene, pero sobre todo porque te haga sentir feliz. Existen muchas personas que nos tropezamos por la calle con el disfraz del convencionalismo impuesto y una tristeza que echan para atrás. ¿Amargados? Sí, no pasa nada por decirlo. Es cierto.

    Hay que ser muy valiente para llevar una existencia coherente con lo que a una le gusta. ¿Muñecos? ¿Libros, series, dibujos animados, cuentos…? ¡A mí me encantan los parques infantiles! Se ve que de pequeña me llevaron poco 🙂 (es broma) y si no hay nadie, me columpio y me siento de maravilla. Y ése es sólo un ejemplo de tantas cosas que como a ti y muchos nos hacen sentir felices, nos sacan una sonrisa y lo más importante: nos harán vivir más y mejor.

    Cuando seas una ¿abuelilla? de 70 años yo seré todavía más abuelilla que tú y tenemos el mismo plan: seguir aprendiendo, descubriendo la vida en los pequeños detalles y sobre todo sintiéndonos bien con lo que hacemos.

    Me gustó la historia de Glória como la de tantas personas que deciden vivir la vida que les gusta no la que se supone que deben llevar.

    El cuerpo se resiente si dejamos de mimarlo. No hay que obsesionarse con hacer ejercicio pero sí mantenerlo activo, lo justo 🙂 para que podamos seguir haciendo ¿locuras? eso lo dejo para la opinión de cada uno, en mi caso, que me emocione e impresione cualquier dato, lugar e incluso una persona por su forma de ser, me hace sentir viva.

    ¡¡¡Gracias por comentar!!!

    Las madres son sagradas pero aunque yo no sea nadie: no dejes de comprar lo que te saque una sonrisa. Sigo teniendo muñecos y se puede ser profesional cuando toca como bien dices y en cuanto a responsabilidades… sí, a veces te quitan un poco el sueño pero, hay que saber tomárselas con una sonrisa y MUCHO SENTIDO DE HUMOR.

  3. Una gran verdad, Joana. Yo mismo terminé aparejadores en el 69, en el 78 me hicieron delegado, en el 94 director y en el 2006 la DFEH me arrebató la fuerza. Casi nunca ejercí como tal aparejador, mas bien me hice una mezcla de empresario profesional, docente y madre de todos. Nunca dejes de aceptar una oportunidad, ese será el secreto. Feliz tarde y, ah, magnífico artículo.

  4. Enrique, algún día tengo que hacerte una entrevista. Tienes mucho que contar y de interés. Deberías añadir a ese currículum el oficio de articulista. Pocas personas saben trasladar temas tan variados con sutileza cuando toca, o hablar de la realidad con crudeza cuando se debe.

    Feliz fin de semana, nunca me voy a cansar de darte las gracias por tus comentarios, apoyo y tu sentido de humor.

    Pd. No voy a dejar de aceptar oportunidades, tienes toda la razón. Ayer llegó una 😉 Un abrazo fuerte.

Los comentarios están cerrados.