Cuando una víctima del maltrato me pidió una carta

Hace casi dos años abrí un canal en Ivoox donde locutaba textos propios, no lo voy a compartir porque no es el momento. Un alter ego ponía voz a historias de corte erótico y me abrí una cuenta en Twitter. No pensaba ni en quién podría escuchar esos audios ni en nada, lo confieso.

La vida no se estaba portando bien conmigo y escribir y locutar por la noche fue una válvula de escape. Y como la magia se da precisamente en circunstancias donde nadie la espera, un día recibí un mensaje extraño, tierno y conmovedor.

Una mujer, dijo que le gustaba mi voz y mi forma de expresarme. Ella necesitaba a una redactora que le escribiera ‘cuatro letras’ porque debía volver a casa de sus padres y en ese lugar, habitaba un familiar que abusó de ella cuando era niña. ¿Le haría yo el favor de escribir esa carta?

El día que una desconocida me pidió ‘cuatro letras’ para dárselas a su maltratador

¿Impactados? Imagino que como yo. Por resumir os diré que me contó, siempre a través de Twitter, que no imaginó volver a ver la cara de esa persona pero que a pesar de ser una adulta le temblaba el cuerpo sólo de pensar tenerlo delante y que no sabía muy bien la razón pero confiaba en mí.

Tras darle las gracias, le pedí que me contara lo que ella quisiera y qué deseaba decirle a ese hombre.

Fue clara: ya no te tengo miedo. A partir de ahí yo tenía que escribir un breve discurso que ella le diría en cuanto lo tuviera delante

Sé que parece el guión de una película pero es tan real como que mañana amanecerá. Desgraciadamente, esta víctima de abusos cuando no se denunciaban, no era ni es la protagonista de una ficción.

 

El texto más difícil de escribir en mi carrera, una carta a un maltratador

 

¿Qué le diría yo a un maltratador? ¿Qué impacto tendrían esas palabras en un ser capaz de hacer esas cosas a una cría? La cuestión es que pensé en ella y en lo aliviada que se sentiría al poder afrontar el momento con un puñado de palabras.

«Quien escribe estas líneas es ya una ADULTA, una mujer fuerte como una roca. Jamás olvidaré lo que ocurrió cuando era una niña. No creas que vivo con miedo, rencor o rabia. Para mí eres invisible. Una parte de mi historia que he borrado pero no olvidado. Por respeto a MIS PADRES, sólo te voy a pedir un favor: no pises JAMÁS su casa. Mi casa.

No te temo. No me importas, pero ELLOS sí. Si te veo por una maldita casualidad sonreiré porque la educación me sale por los poros, pero fíjate en mis ojos porque ellos no han olvidado el dolor que causaste. Así que te repito: piensa en el jamás más grande que puedas, en el nunca más enorme. Porque jamás y nunca quiero que pises esa casa.»

Y este texto fue el que salió cuando me puse en su piel.

Esta fue su respuesta: 

«En estos últimos días me ha recorrido tanto miedo por todo el cuerpo, que creo que lo he absorbido, con tu ayuda además he sido capaz de digerirlo y lo que es mejor aún, ahora me siento genial, fuerte y capaz.

Seguro que te hago sonreír, llevo tres copias de la carta, una en la maleta en el mismo sobre donde guardo documentación «importante», otra en un bolsillo con cremallera dentro de mi bolso de mano, y una tercera en el bolsillo del chaquetón que me pondré dentro de unas horas cuando salga, y que me pondré una vez baje del bus.

No soy exagerada aunque lo parezca, creo que las cosas importantes deben tener más un lugar. Cuanto más los leo, con más valor me siento.»

Cuando escribir se convierte en un oficio maravilloso que alivia un dolor

 

Sé que el feminismo ha hecho mucho por las mujeres, soy una gran admiradora de Clara Campoamor y de todas las mujeres anónimas que han sacado adelante a sus familias, y de todas aquellas que han luchado por mejorar nuestros derechos.

Pero soy alérgica al feminismo que va ligado al postureo, a la camiseta, al mensaje vacío. Cualquiera, sin hacer nada, puede coger la bandera del feminismo y ondearla.

Dar pequeños pasos, pasos que vayan de la mano de conseguir pequeños logros es el objetivo de cualquier causa. Y la mía, desde el anonimato fue escribir este texto para ella, la desconocida que me enviaba mensajes contándome su historia porque estaba sola.

El objetivo era reflejar en esas líneas que ya no lo tenía miedo, pero a pesar de eso, no quería volver a verlo por casa de sus padres.

Fue mucha la responsabilidad y también grato, leer que mi anónima lectora había hecho tres copias de ese texto: Una iba en la maleta, otra en su bolso y la tercera en su chaqueta.

¿Lo mejor? Su respuesta cuando le entregué sus ‘cuatro letras’: «Gracias, aunque no te conozco ahora, cada vez que leo esas líneas me siento como una roca»

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¿Qué te ha parecido? Lo mejor es que pude ayudar a una persona que se había quedado sin voz ni palabras.

 

Joana Sánchez

4 comentarios en «Cuando una víctima del maltrato me pidió una carta»

  1. Gracias Enrique, pero me estoy equivocando en algo y esta noche he encontrado la solución.
    De nada sirve una idea si nadie sabe que está ahí.
    En casa de herrero… 🙂
    Voy a trabajar en ello.

    Un abrazo y feliz noche mi admirado Enrique

  2. Hola Joana. Cuando saco la cabeza de la ola que me arrastra, tomo aire y hoy la bocanada, muy fresca, me vino de ti.
    Escuché el discurso de Gabriel García Márquez, reí y lloré, te escribí en aquella entrada…
    Me parece muy original tu idea. Me gustaría que consiguieses lo que persigues. También me gusta escribir pero soy preso del tiempo y de lo inmediato.
    Me gustará seguir leyéndote. Gracias por este enorme rato que pasé. Hasta pronto.

  3. Gracias Alfonso,

    Tu comentario también llega en un día en el que necesitaba una bocanada de aire fresco en forma de: «Me gusta lo que haces» «Lo valoro», porque vivir de escribir es complicado. Es un placer pero si eres freelance como yo, la poesía se queda en el poema 🙂 Debería añadir en mi currículum que desde 2014 he sido cuidadora de mi padre, un tema que impide rendir en lo laboral al 100% porque parece que siendo mujer tienes la obligación de hacerlo tú. Pero me parece GRATIFICANTE que te guste cómo escribo. Cuando leo los comentarios, tanto por aquí como en Pymes y Autónomos, se me dibuja una sonrisa de oreja a oreja y me ponéis las pilas.

    ¡Mil gracias y a seguir trabajando duro!

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