Imagina un restaurante, es algo extraño porque no sirven comida. Sólo hay personas sentadas frente a pantallas y como mucho, tienen una bebida al lado. Todos están enfrascados leyendo. Hasta que de repente una voz rompe el silencio con un grito desgarrador: ¡Camarero, hay un gurú en mi sopa!, se trata de un chico con barba pelirroja y el ceño fruncido. ¡Camarero, aquí hay otro!, esta vez es una mujer de unos cuarenta años, que se ajusta las gafas con rabia.
El local debe cerrar por el ataque de los gurús y los vendehúmos
Siempre he sentido una animadversión hacia los gurús, esos seres que aparecieron por Internet hace unos diez años, y aprovecharon la burbuja de la crisis económica y el término ‘reinventarse’ para captar a incautos a los que vender su curso, libro o método.
Como me gusta hablar con propiedad, diré que dentro del ranking de los vendehúmos que he encontrado en un artículo, traté con dos.
Al primero jamás le compré nada, sólo leí su blog. Al segundo lo conocí en una de esas charlas que no sirven para nada, y me confesó que no sabía escribir.
Repetid conmigo:
NO SABÍA ESCRIBIR.
Me lo dijo con total naturalidad y hasta mentó a su santa madre que no creía que su hijo se ganara las habichuelas diciéndoles a otros cómo debían escribir correctamente en un blog, cuando él debía pasar el corrector de Word.
¿Cómo es posible que los gurús hayan entrado también en el mundo de la redacción?
Es fácil. Al igual que existe un alto porcentaje de personas que detestan las matemáticas y los que son hábiles para mí son los reyes del mundo; también hay seres humanos que odian escribir, ahí tenemos el nicho.
Por otro lado, estaba la idea de que todo el mundo (con o sin necesidad) debía tener un blog y estos gurús te enseñaban a cómo sacar partido a una plantilla de WordPress, cómo estructurar un texto, título, subtítulo, descripción…
Algo que si has pasado por una facultad de publicidad o periodismo lo sabes o si eres autodidacta hay buenos libros en la biblioteca sobre el tema.
O mejor aún, hablas con un buen diseñador gráfico y creador de páginas web, ¿a nadie se le ocurrió? No, porque ellos eran como las navajas suizas, redactores, diseñadores, publicistas, la leche.
¿Qué hacían estos gurús para llenarse los bolsillos?
Primero, elegir nombres cool.
Ahora mismo no me viene a la mente, o no quiero acordarme de un tipo que llama a sus seguidores ¿manada? o algo similar.
El fin es que te sientas parte de un club. Que no estás solo. Luego están los casos de éxito que muestran como prueba irrefutable el motivo por el que ellos son adorados como Buda.
Y lo más importante: dejar claro que necesitas su asesoramiento porque son tan buenos que han dado trabajo a otros.
Pero si ellos como profesionales no tienen pruebas de que son lo mejor, ¿cómo vamos a saber que ese equipo es bueno y confiable?
Ahora es el momento en el que os dejo el enlace de estos dos chicos que han elaborado el ranking de los vendehúmos (yo lo acentúo porque así lo recoge la RAE)
Imaginad mi regocijo cuando leí en un periódico el ranking escrito con un alto sentido de humor, pero que dejaba en evidencia lo grave de la situación.
Lo cual, aplaudo siempre y cuando no caigan en los mismos errores, aunque no creo que eso suceda puesto han vivido en carne propia su mediocridad al contratar sus servicios. 😉
¿Por qué huir de los gurús en el mundillo de los redactores freelance?
Si fueras un hipotético cliente te diría con claridad: porque te van a sacar dinero por todo. El trabajo se paga, obvio. Pero la purpurina y los lugares comunes, no.
Perdona David Ogilvy a algunas redactoras/coach que aseguran haber inventado la figura del redactor publicitario.
La realidad es que estos redactores estrella, nacen de la mano de uno de estos gurús más veteranos. Les dictan cuatro reglas relacionadas con el marketing, les hacen una entrevista, para después pedirles que escriban sobre temas que alguien que no domina la escritura se tomará como la Biblia.
¿Cómo? Con un lenguaje persuasivo, una web diseñada al milímetro para que veas sonrisas y testimonios de gente feliz por haberlos contratado. ¿Qué pasa con los que se dieron cuenta de que aquello podían lograrlo por otra vía?
Los gurús generan a su alrededor una historia de éxito y dejan que les entrevisten hasta en Radio Patio, el caso es aparecer en todas las búsquedas en Google.
Ofrece charlas, muchas charlas
Y ahí, querido cliente, yo te contaría que una vez asistí de manera online a la conferencia de una ‘estrella’ de la redacción ¡que duraba dos horas!
Su tono era tedioso, el contenido ídem y luego debía comprar algo, no recuerdo qué. Me salí cerrando despacito mi portátil porque sentí vergüenza ajena.
Estimado lector, estimado cliente. Las burbujas siempre han existido e igual que nacen, se hacen grandes y estallan.
Ha llegado la hora de que estos gurús que parecían saber de todo y se reunían los mismos en las mismas conferencias o charlas por un nada módico precio, se extingan.
Y quedaremos los que nacimos para esto porque nos apasiona escribir y somos alérgicos a la purpurina
Como el que nace para pintar. Para vender o para arreglar enchufes (sí, tengo debilidad por los electricistas) A los redactores nos gusta teclear, manejar palabras, buscar las mejores para nuestros clientes, que la cámara les enfoque a ellos y no a nosotros.
Me apetecía mucho hablar sobre estos seres por una razón: respeto a quien escribe. Al redactor por vocación. Y por encima de todo, respeto a mis clientes.
Uno no se hace redactor o copywriter por hacer un curso.
12/09/2019, gracias por esos Likes, ¿Alguna experiencia con un gurú? 😉
Como servicio público, estaría bien elaborar otro ranking.
Gracias por leerme
Joana Sánchez