Quiero ser redactor V

 

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Jerry Lewis y la máquina de escribir de Leroy Anderson

 

 

En esta entrega sobre mis vivencias como redactora, voy a hablar de qué se siente al ver que tu texto lo firma otra persona. Tengo que preguntar a Roger si él ha vivido,  sentido o ha sufrido esa experiencia.

 

¿Entregar un artículo a otro ser humano es como vender tu alma al diablo?

 

Igual piensas que soy exagerada, pero así me sentí la primera vez. ¿Cómo era posible que una idea que había parido mi cerebro acabara recibiendo likes o siendo compartida, sin que nadie supiera que yo era la responsable?

Me tomé con humor este asunto hace relativamente poco, cuando leí una entrevista a Enrique Rubio y comprendí que se trataba de mera prostitución. De poder comer. De poder pagar facturas.

La diferencia entre Enrique Rubio y yo, es que él es conocido y tiene un agente, y éste le propuso ganar un dinero extra siendo un negro literario de nivel

En su caso, ha redactado libros para famosos o lo que hoy en día se considera famoso. Enrique Rubio se autodenomina negro confeso y orgulloso de serlo, me parece genial, sobre todo si le pagan bien, pero él ya tiene publicados libros y servidora…

Aceptar ser un negro para Alejandro Dumas o ser tu propio esclavo, quiero ser redactor V

 

Lo importante es dedicarte a lo que te gusta, si bien sigue siendo extraño leer cómo le dan la palmadita en el hombro a otro por algo que has hecho tú, hay otros momentos gratificantes cuando escribes para otro.

Mientras llegue el día en que pueda dedicarme a escribir para ti, que es lo más parecido a escribir para mí, habrá que escribir para los demás. Y los demás, son clientes. Y a los clientes se les respeta.

 

El síndrome de Muquet, cuando no se valora el oficio de redactor

 

Noooooooooo, no voy a quejarme como el otro día. Ni de nuestro sueldo, ni de nuestro poco reconocimiento ni de nada similar. Pero si lo tuyo es escribir, me apetece que leas este artículo que trata sobre esta sensación extraña que nos corroe, al vender nuestros escritos.

Hasta que llegue al nivel de Enrique Rubio y otros escritores fantasma de prestigio, no cobraré cantidades astronómicas.

Lo quiero dejar claro porque no es mi objetivo transmitir la idea de que escribir un libro o autobiografía de un famosillo que aparece por televisión o YouTube, sea la salida para retirarse y vivir en una isla paradisíaca si perteneces a este gremio.

 

Redactores míos, seamos fuertes, practiquemos el humor y sobre todo, durmamos con la conciencia tranquila.

 

Hasta el próximo día.

 

Joana Sánchez